No soy moneda de cambio, pero haré lo que me pides.
Me llamo Guadalupe Aguilera.
Las piedras que encuentro en mi camino, que dibujo y grabo, nos cuentan la historia del mundo, mitos y leyendas.
Espero que os gusten.

El príncipe de Villena Juan Manuel,
tenía una hija muy bella que se llamaba Constanza había nacido en el en el
castillo de Garcimuñoz (Cuenca) en el año 1316. Por aquel entonces los
matrimonios se hacían por conveniencia y por intereses políticos.
El padre de Constanza estaba
enfadado con el rey Alfonso XI de Castilla porqué, aunque había sido su maestro
y su tutor, cuando Alfonso cumple los 14 años y obtiene la mayoría de edad
aconsejado por políticos y ministros que no estaban de acuerdo con las ideas de
Juan Manuel, lo echa de su cargo y prescinde de sus servicios.
El distanciamiento entre los dos
provocó que la nobleza se dividiera, y Alfonso pronto comprende qué a pesar de
ser el rey de Castilla, Juan Manuel es un noble muy poderoso que incluso tiene
más poder que el propio rey.
La mayoría de los nobles y ministros
son partidarios de Juan Manuel y de Juan de Haro Señor de Vizcaya apodado (el
Tuerto), un hombre que también tiene mucho poder. Si los dos se unen contra él,
la guerra la tiene perdida. Cuando Alfonso se entera que Juan Manuel piensa
casar a su hija con Juan de Haro (el Tuerto), sabe que tiene que evitar esa
boda.
Entonces habla con Juan Manuel y le
propone un trato. Si anula el compromiso de boda de su hija con Juan de Haro,
él se casará con Constanza, cesarán los enfrentamientos y su hija será reina de
Castilla.
Juan Manuel acepta el ofrecimiento
porque piensa que cuando su hija sea reina de Castilla recuperará su cargo, y
tendrá libertad para gobernar y tomar todo tipo de decisiones
Cuando Juan de Haro se
entera de que ya no se casará con Constanza, monta en cólera y rompe su amistad
con el padre de Constanza. Alfonso XI lo acusa de traidor y manda asesinar a
Juan de Haro.
La madre de Constanza
que se llamaba como ella, era hija de Jaime II e infanta de Aragón, y no estaba
de acuerdo en casar a su hija con el rey Alfonso XI porque había escuchado que
era muy caprichoso, que traicionaba a sus amigos, y que les ponía castigos muy
duros si no hacían lo que les pedía. Por ese motivo no quería que Constanza se
casara con Alfonso.
Cuando llegó el día de
separarse de su hija se abrazó fuertemente a ella, no quería dejarla marchar y,
el padre se la tiene que arrancan de sus brazos. Algo muy profundo dentro de su
corazón le decía que, nunca la volvería a ver. La aya Teresa la consuela y le
promete que cuidará de Constanza, que la va a custodiar y proteger, aunque
tenga que perder su vida.
Constanza llega a
Valladolid al castillo de Peñafiel para celebrar su boda. Le acompaña una
pequeña comitiva, que está formada por su aya Teresa, algunas damas de
confianza y algunos ministros.
La boda se celebra en
la catedral de Valladolid en el año 1325, y aunque se trataba de una boda real
no hubo ningún tipo de celebración. Constanza tiene 9 años y el rey Alfonso 14
años. Un día antes de la boda se firman las condiciones entre las cuales se
pedía que su hija quedara bajo la custodia de su aya Teresa. Otra de las
condiciones impuesta por Juan Manuel, que se lo había prometido a su esposa, es
que la niña no tuviera relaciones matrimoniales hasta que Constanza no
cumpliese los 12 años.
Después de la boda
Constanza regresa al castillo de Valladolid su nuevo hogar. Está asustada y le
pide a su aya Teresa que se quede con ella en la alcoba. Pero el rey Alfonso no
lo permite, y manda a Teresa y a las personas que la acompañaron desde
Garcimuñoz a otros aposentos del castillo, alejándolos de Constanza.
Constanza llora
desconsolada, no conoce a nadie y las personas que pusieron a su servicio no le
demuestran ningún cariño. Pero Teresa no abandona a Constanza, y le dice al rey
que está incumpliendo una de las condiciones de su matrimonio. Le recuerda que
ella tiene la custodia de la niña, por lo que tiene derecho a poder verla y
estar con ella todo el tiempo que quiera.
Estando tan reciente
la boda, al rey Alfonso no le conviene tener un enfrentamiento con su suegro, y
deja que Teresa esté con la niña y la cuide.
Cuando Constanza ve a
Teresa, se abraza fuertemente a ella. Con Teresa a su lado se siente más
segura, y gracias a su cariño poco a poco se fue adaptando a su nueva vida y a
su trabajo como reina de Castilla. Todos los días los ministros le traían un
montón de papeles que ella debía de firmar, sin leer y sin saber de qué
trataban. Solo necesitaban la aprobación de la reina.
Dos años después de
haberse casado y unos meses antes de cumplir los 12 años, un centinela amigo de
Teresa le cuenta que hay rumores de que van a secuestrar a Constanza por orden
del rey su esposo. Que no da tiempo de avisar al padre de Constanza y que es
imposible huir.
Teresa corre para
avisar a Constanza, y decirle que no se preocupe que ese secuestro no se podrá
llevar a cabo siendo ella la reina de Castilla.
Teresa no se separa de
Constanza y esperan temerosas el secuestro. Cuando los raptores entran para
llevarse a Constanza, Teresa se enfrenta a ellos para evitar que se la lleven,
los amenaza diciendo que es la reina de Castilla y, si la secuestran su padre
mandará que les corten la cabeza. Pero los raptores no hacen caso y se llevan a
Constanza por la fuerza golpeando fuertemente a Teresa
El rey Alfonso XI
incumpliendo todas las leyes la manda encerrar en la fortaleza de Toro. La
aísla y la tiene incomunicada y no permite que nadie hable con ella. Después le
manda una carta a Juan Manuel para comunicarle el secuestro de su hija y le
dice que no la volverá a ver y que será su rehén mientras no haga lo que le
pida.
Además, le informa que
ya solicitó la anulación de su matrimonio al Papa. Y repudia a Constanza alegando
lazos sanguíneos, y que el matrimonio no ha sido consumado porque Constanza aún
es virgen.
Para Constanza los
días en su cautiverio se le hacen interminables, la climatología en aquel lugar
de Zamora era muy mala, con muy bajas temperaturas. Sola, sin tener a nadie con
quien hablar, se pasaba todo el tiempo temblando de frio en un rincón de su
alcoba.
Echaba de menos los
abrazos y los besos que le daba su madre, y también recordaba lo feliz que
había sido antes de qué, la casaran con Alfonso. Se acuerda de cuando jugaba y
estudiaba con sus amigas, que eran hijas de nobles, que sus padres las habían
llevado a vivir al castillo para que recibieran una educación exquisita, y con
suerte poder llegar a ser damas de compañía de Constanza.
También echaba de
menos a sus dos hermanos que eran más pequeños que ella, se llamaban Beatriz y
Manuel. Y de lo orgullosa que estaba de su padre que se había convertido en un
escritor muy famoso por sus escritos en lengua castellana y en prosa medieval. La
obra qué, a ella más le gustaba se titulaba “El Conde Lucanor” y también
escribía otras modalidades de literatura sapiencial, queriendo transmitir
sabiduría y enseñanzas sobre la virtud y la divinidad.
La tristeza de
Constanza va en aumento, no puede olvidar el día que la secuestraron. A su
mente llegan las imágenes de como su aya Teresa, que avisada por su amigo el
centinela de lo que le iba a pasar corrió hacia su alcoba para abrazarla y
evitar el secuestro, y aunque se enfrentó a los soldados nada pudo hacer.
Cuando Constanza se
pone enferma, se lo comunican al rey Alfonso XI. Entonces el Rey da la orden
para que traigan a la aya Teresa. Cuando Teresa llega, unos soldados la cogen
por la fuerza y la llevan a la fortaleza de Toro para que cuide a Constanza.
Porque al rey no le conviene que Constanza muera, es más valiosa tenerla como
rehén. Y las dos quedan aisladas e incomunicadas en la fortaleza.
Cuando Juan Manuel lee
la carta del secuestro de su hija no cede al chantaje y, le declara la guerra
abierta al rey Alfonso. Juan Manuel sabe que Alfonso se está quedando sin
aliados, sobre todo por haber mandado asesinar a Juan el Tuerto. Eso no le
gustó a Juan Manuel, ni a ninguno de sus aliados, que se unen a Juan Manuel en
su lucha para rescatar a Constanza.
El rey Alfonso XI se
da cuenta que no puede luchar en dos frentes. Por un lado, la guerra abierta
con Juan Manuel que cada vez se hace más fuerte, por otro lado, la guerra
contra los moros. Se está quedando sin hombres y necesita refuerzo.
Entonces pide ayuda al
rey de Portugal Alfonso IV, y le propone qué, si se une a él, y lo ayuda en la
guerra contra los moros, se casará con su hija María. El Rey portugués acepta,
y la boda se celebra por todo lo alto en 1328. Sabiendo que tenía prisionera a
Constanza, como rehén, en la fortaleza de Toro.
Pero a los pocos meses
de haberse casado con María, el rey Alfonso XI la humilla, y la trata mal.
María desconsolada
pide ayuda a su padre, al rey de Portugal Alfonso IV.
Entonces el padre de
María, habla con el rey Alfonso XI para que no siga humillando a su hija. Pero
viendo que no hace caso de sus advertencias y qué, además sigue reteniendo a
Constanza como rehén, rompe su alianza y le niega la ayuda, para luchar contra
los moros.
Después, se une a la
guerra de Juan Manuel para rescatar a Constanza y derrotar a Alfonso.
En el campo de combate
el rey de Portugal y Juan Manuel luchan codo con codo para ganar la guerra a
Alfonso. Cuando llega la noche después de comprobar cómo están sus hombres y
cuantas bajas han tenido, se retiran a descansar y a recuperar fuerzas. Los dos
hombres tienen muchas anécdotas que contar, y pronto se hacen amigos y
confidentes.
Cuando el rey de
Portugal le pregunta a Juan Manuel cuál, será el destino de Constanza cuando
quede en libertad, Juan Manuel sin dudarlo le cuenta lo que tiene pensado
hacer.
El rey de Portugal le
escucha con atención, y Juan Manuel le dice que sus dominios atraviesan en
línea recta toda España, desde Navarra hasta Granada, y qué a él, le vendría
muy bien casar a su hija con el príncipe de Aragón, (futuro rey Pedro IV) de
este modo sus dominios se ampliarían hacía Aragón y su hija volvería a ser
reina.
Entonces el rey de
Portugal que lo escucha muy pensativo le dice: - yo no te puedo ofrecer el
reino de Aragón, pero si lo que quieres es que tu hija sea reina, lo puede
llegar a ser casándose con mi hijo Pedro qué, es mi sucesor al reino de
Portugal.
Juan Manuel le
agradece el ofrecimiento y le dice qué, si no llega a un acuerdo con el
príncipe de Aragón, casará a su hija con Pedro.
Con dos adversarios
tan poderosos y después de más de un año de tener secuestrada a Constanza, el
rey Alfonso XI le pide a Juan Manuel que cese la guerra, a cambio le devolverá
a su hija dejándola en libertad.
Juan Manuel acepta el
trato, y con todo su ejército rodean la fortaleza de Toro, y va en busca de su
hija.
Constanza era la niña
de sus ojos, era su alegría, y la quería mucho. Por eso siempre le daba lo que
le pedía, y le cumplía todos sus caprichos. Después llegarían Beatriz y Manuel
que murieron muy pequeños, y aunque él había hecho todo lo posible por
salvarlos incluso recurriendo a médicos judíos, nada se pudo hacer.
Antes del secuestro de
Constanza, su madre le había escrito una carta, diciendo que estaba muy
delicada de salud, que tenía muchas ganas de verla y de abrazarla. Entonces
Constanza le pide permiso a su marido el rey Alfonso, para que la deje viajar a
Garcimuñoz a visitar a su madre que está enferma, pero el rey se niega, le dice
que no, y a las pocas horas da la orden a sus soldados para que la lleven por
la fuerza a la fortaleza de Toro y la dejen incomunicada.
Acompañado por
soldados de su confianza Juan Manuel va subiendo las escaleras de la fortaleza
de Toro, de dos en dos, desea llegar cuanto antes para ver a su hija, y unas
lágrimas que no puede contener corren por su mejilla. Juan Manuel no puede
olvidar que estando en el campo de batalla hace apenas unos meses, un mensajero
le trajo la noticia de la muerte de su esposa.
El parte médico decía:
causa de la muerte Tuberculosis, pero Juan Manuel también sabe que su esposa
murió de tristeza. Cómo va a decirle ahora a su hija, que su madre ha muerto
con la pena de no poder verla.
Desde su cautiverio,
Constanza y Teresa escuchan el galopar de muchos caballos, y qué, después
trotando se van acercando a la fortaleza. Escuchan también muchas voces, ruido
de armas, y gente que corre y baja por las escaleras. No saben lo que está
pasando temen por su vida y un nudo se les pone en la garganta.
Cuando Juan Manuel
llega ante la puerta que le separa de su hija, aparta de un empujón al
centinela. La emoción le embarga, no puede controlar sus sentimientos y, nota
como tiembla su mano cuando al girar el pómulo de la puerta, se abre.
Después mira en todas direcciones buscando
a Constanza, pero no la ve, porque el sol se había ocultado y la estancia
estaba en penumbra.
Pero Constanza que estaba
muerta de miedo, abrazada a Teresa en un rincón de la habitación, reconoce la
figura de su padre.
Llorando corre hacía
él, lo abraza fuertemente, lo besa, y le suplica que la quite de allí.
Juan Manuel por un
momento creé que está abrazando a la niña pequeña que siempre corría hacia él
llorando para pedirle ayuda y, no la castigasen por haber hecho alguna
travesura.
La última vez que
había visto a su hija, fue cuando se casó con Alfonso, ella tenía 9 años.
Desde entonces nunca
la había podido ver, porque Alfonso se lo había prohibido. Mientras abraza
fuertemente a su hija jura que eso ya no volverá a pasar. La próxima vez que
Constanza contraiga matrimonio se añadirá otra condición, la de poder ver, y
visitar a su hija siempre que él quiera.
Tan absorto estaba con
sus pensamientos que no reparó que, a poca distancia de ellos estaba Teresa
contemplando la escena. Cuando se da cuenta de la presencia de Teresa le hace
un gesto con la mano para que se acerque a ellos, y abrazándola también a ella,
le da las gracias por cuidar de su hija.
Pero la alegría de
volver a casa se trunca cuando a mitad de camino Teresa le cuenta a Constanza
que su madre ya no está en Garcimuñoz, y que ya no podrá volver a verla, porque
había abandonado este mundo para reunirse con sus hermanos.
Constanza tiene el
corazón roto y a pesar de su belleza, su cara refleja el sufrimiento de su
alma, se siente sola, y el castillo de Garcimuñoz ya no será lo mismo sin la
presencia de su madre.
A los pocos meses de
haber llegado a Garcimuñoz su aya Teresa, le dice: - Estamos esperando la
llegada de Inés de Castro, es prima tuya tiene 10 años, y acaba de quedarse
huérfana de madre, está muy triste y se siente muy sola porque su padre no
puede hacerse cargo de ella, es un hombre muy importante, pertenece a la
nobleza y tiene muchos asuntos que atender.
Constanza que era 4
años mayor que Inés, cuando la ve, la recibe con una sonrisa y un abrazo, y
empatiza con ella diciéndole que su mama y sus hermanos también habían muerto,
que solo le quedaba su padre, pero que, ahora está muy contenta sabiendo que
Inés es su prima, es su familia, y que lleva su sangre, por lo qué, la va a
cuidar como si fuera su hermana.
Las dos primas muy
pronto se hicieron amigas y confidentes, no tenían secretos, y se querían
mucho, Constanza la nombró dentro de su séquito primera dama.
Pero ninguna de las
dos podía imaginar que compartirían su destino por estar enamoradas del mismo
hombre, y que su final pudiese llegar a ser tan trágico.
Constanza que tiene 15
años, le dice a Inés que está preocupada porque su padre quiere casarla con el
príncipe de Aragón. Ella no quiere casarse con nadie, pero su padre le dice qué
necesita conseguir una alianza con el reino de Aragón, aumentaría sus dominios
y tendría un aliado más, para luchar contra el rey Alfonso XI de Castilla.
Pedro I Rey de Portugal y Algarve.
También le cuenta a
Inés qué si, el príncipe de Aragón no acepta casarse con ella, su padre la
casará con Pedro, el hijo del rey de Portugal. Porque una noche en el campo de
batalla estando hablando los dos, lo habían acordado, y ella llegaría a ser
reina de Portugal cuando Pedro fuera proclamado Rey.
Inés con la cabeza
hace un movimiento negativo, porque no puede comprender como Juan Manuel le
puede pedir eso a su hija. Entonces le dice a Constanza: - “Cómo puedes permitir que te
traten como si fueras una moneda de cambio”. Constanza le contesta: - Mi padre siempre me trató
bien, y lucho por mi hasta que pudo rescatarme, y sí yo, ahora le puedo ayudar,
haré lo que me pida.
Al príncipe de Aragón
no le convencen las condiciones, ni la dote que ofrece Juan Manuel para él
matrimonio de su hija. No llegan a un acuerdo y rechaza a Constanza. Juan
Manuel humillado se lo cuenta a su amigo el rey de Portugal.
Entonces el rey
Alfonso IV le dice que no se preocupe, qué su hijo Pedro aún está soltero y, si
los dos están de acuerdo con la dote, y con el patrimonio que cada uno
aportaría al matrimonio, Pedro y Constanza se casarían.
En 1331 y ante notario
firman el acuerdo de las condiciones y del compromiso de matrimonio. Pedro
tiene 11 años y Constanza 15 años.
Pero el compromiso
oficial no se pudo dar a conocer hasta el año 1335. Porque las guerras y los
enfrentamientos entre los reinos cristianos no cesaban, y eran continuos.
Esto le venía muy bien
para los moros qué, veían como los cristianos luchaban entre ellos, y sé
debilitaban. Entonces los moros buscaban la ocasión para atacar sin piedad a
las tropas cristianas y ganar terreno.
En un país tan
castigado por las guerras, el hambre, y las revueltas populares no era momento
para bodas.
Cuando el rey Alfonso
XI se entera de que, Constanza y Pedro ya se han prometido oficialmente y, que
se van a casar, manda a sus ejércitos que rodeen el castillo de Garcimuñoz para
impedir que Juan Manuel y su hija Constanza puedan salir del castillo, y viajar
a Portugal para casarse.
Ante la imposibilidad
de poder salir del castillo, Juan Manuel que quiere casar a su hija, busca la manera
de ponerse en contacto con el rey de Portugal y le escribe diciendo que, como
no pueden salir del castillo, porque están sitiados, su hijo Pedro y Constanza,
se podrían casar por poderes, que él ya tiene toda la documentación que se
necesita y, también la aprobación del Papa, para qué se
pueda celebrar el matrimonio por poderes.
El rey de Portugal
acepta y, el matrimonio por poderes se celebra en el convento de San Francisco
de Évora (Portugal) el 28 de febrero de 1336. Estando presente Pedro, sus
padres, y varios obispos. Después Constanza hizo lo mismo en su castillo. Pedro
ya tenía 16 años y Constanza 20 años.
Todo esto provocó más
rencillas de las que ya había entre los reinos cristianos qué, desemboco en una
guerra abierta, de la cual salieron victoriosos los moros.
Después de tres años
de guerra (1339) y gracias al papa Benedicto XII que hizo de intermediario se
pone fin a la guerra, pero para ello Juan Manuel y el rey de Portugal tuvieron
que jurar lealtad y fidelidad al rey Alfonso XI.
Entonces, ese mismo
año el rey Alfonso XI permite que Constanza salga de su castillo, a la
edad de 23 años para viajar a Portugal y casarse de una forma real con Pedro.
Un día antes de la
boda llegan a la corte de Lisboa y se hacen las presentaciones, porque ellos,
aunque se habían casado por poderes no se conocían. A Constanza la acompaña su
prima Inés que tiene 19 años, la misma edad que tiene Pedro.
Las dos primas son de
una gran belleza, y cuando se presentan ante el rey de Portugal, su hijo el príncipe
Pedro que estaba junto a su padre, se fija en Inés y, queda prendado de
ella.
Después le pregunta a
su padre, cual, de las dos damas es su mujer. Entonces el rey Alfonso IV, le
presenta a Constanza.
Pedro piensa que Inés,
es una de las damas de compañía del séquito de Constanza, pero no sabe qué,
además es su prima.
Cuando Inés ve a
Pedro, le sonríe entre nerviosa y tímida. Pedro se da cuenta qué Inés aún tiene
la inocencia de la niñez, y no puede apartar la vista de ella.
Le gusta su larga
melena rubia, su piel sedosa, su cara angelical, y sus ojos de color azul
verdoso como el mar, lo atraen, deseando zambullirse en ellos. Y por un
momento, cuando sus miradas se encuentran y, se ven a los ojos, el tiempo se
para, para los dos. Olvidándose, de todos los que allí estaban presentes.
Incluida Constanza, que no dejaba de verlos.
Al día siguiente sé celebró la
boda de Constanza y Pedro por todo lo alto, fue una boda espectacular. A la
celebración del matrimonio asistieron. Reyes, la nobleza,
miembros de la corte, y amigos del rey de Portugal y de Juan Manuel muy
poderosos. El rey de Portugal fue muy generoso. Ordenó que se buscara un buen
alojamiento para los invitados y, que no les faltara de nada. El menú fue
exquisito, y pusieron los mejores manjares.
El rey de Portugal
dijo que no se escatimara en gastos, porque él, se hacía cargo de todo. El
padre de Constanza estaba pletórico y feliz de poder ver a su hija casada, y
que además llegaría a ser la reina de Portugal.
Pedro sabe que tiene
que cumplir con su obligación de esposo, y tener cuanto antes descendencia,
pero no deja de pensar en Inés, y hará todo lo posible para tenerla entre sus
brazos. (En aquellos tiempos era normal que los reyes tuvieran amantes o
concubinas) Constanza sería su esposa y la madre de sus hijos legítimos. Y la
trataría bien.
Porque Pedro no quiere
ser como su cuñado el rey Alfonso XI, que después de casarse con su hermana
María la trataba mal. El primer hijo de María se llamó
Fernando, pero a los pocos meses de nacer murió. Después, como mi hermana
María, no conseguía quedarse embarazada, el rey su marido, la humillaba y la
maltrataba.
Muchas veces la
avergonzaba delante de todos diciendo que no servía como mujer, ni para
quedarse preñada. Y otras veces el rey Alfonso XI se paseaba por delante
de ella, con su amante embarazada, para que María los viera.
Y eso que María era
muy guapa, de hecho, en Portugal se la conocía como “La Hermosísima María”.
María también sufría
constantes violaciones por parte del rey su esposo qué, como no conseguía
preñar a María, cada vez se enfadaba más, por no tener un heredero legítimo para
la corona de Castilla.
Entonces, María
llorando le decía: - como voy a quedar preñada sí tu amante Leonor, te deja
seco, y vacío todos los días.
María tardó 6 años en
volver a quedarse embarazada. Y tuvo otro hijo que se llamó Pedro como yo.
Después el rey Alfonso XI, como ya había conseguido su objetivo qué, era tener
un heredero legítimo para el reino de Castilla, echó a mi hermana María del
palacio y la mandó a vivir al Monasterio de San Clemente de Sevilla. Y él, se
quedó con su amante Leonor, y con sus hijos bastardos, viviendo en el palacio.
Pedro sabe que tiene
que hablar con Constanza y, buscar la ocasión para no dañar sus sentimientos,
cuando le diga que está enamorado de Inés. Porque Pedro, no quiere hacerle daño
a Constanza, solo quiere que comprenda qué, como futuros reyes, los dos tienen
unas obligaciones que cumplir con la corona de Portugal, y con su pueblo, qué para
eso los casaron.
Además, le va a decir
a Constanza que él, siempre la va a tratar bien. Pero qué, ama a Inés desde el
primer momento en que la vio. Que no se trata de ningún capricho, y que, ahora
sabe, que es cierto que existe el flechazo, y el amor a primera vista.
Que cuando manda el
corazón, la razón nunca hace caso. Que es la mujer de su vida, y no piensa
renunciar a ella, y hará todo lo posible para qué Inés sienta lo mismo por él.
También, quiere decirle
a Constanza que esté tranquila. Porqué si Inés, lo ama, y acepta ser su amante,
él nunca la mandará a ningún convento, ni a ningún monasterio, cómo le hizo el
rey Alfonso a su hermana María, que la mandó siendo tan joven al
Monasterio de San Clemente, para que guardase celibato, como si fuera una monja.
Pedro arde en deseos
de volver a ver a Inés. Su corazón le dice que es el amor de su vida, su media
naranja, y si la pierde sabe que morirá de amor.
A Pedro le cautiva
todo lo de Inés. Su belleza y su juventud lo atraen, porque tiene una belleza distinta,
a la belleza de otras damas, que él había conocido y, qué superaban a Inés en
edad.
Su forma de caminar, y
su modo de hablar, con ese tono meloso, típico de las mujeres gallegas qué,
parece que, te están acariciando la piel, lo vuelve loco. Y un deseo
irrefrenable de poseerla, invade todo su ser, nunca había sentido nada igual
por nadie. Entonces se da cuenta que se ha enamorado,
Quizás sea un castigo de
los dioses, porque Pedro no creía en el amor.