Dicen que somos dos locos de amor.
Me llamo Guadalupe Aguilera.
Las piedras que encuentro en mi camino, que dibujo y grabo,
nos cuentan la historia del mundo, mitos y leyendas.
Espero que os guste.
Pedro I Rey de Portugal y Algarve.
Inés de Castro nació el 17 de diciembre de 1320 en
Limia Ourense. Su padre era uno de los nobles que tenía más poder en Galicia,
pertenecía a la poderosa Casa de Castro, emparentada con los primeros reyes de
Castilla. Cuando su madre muere ella
tiene 10 años, y su padre un hombre que tenía muchos asuntos que atender no se
podía hacer cargo de ella. Entonces escribió a Juan Manuel para comunicarle la
muerte de su esposa, y de paso decirle, lo muy preocupado que estaba por su
hija. La niña estaría mejor y más
protegida si la mandase a vivir con él y con su prima Constanza, además
recibiría una buena educación. Constanza e Inés congeniaron muy bien, las dos
eran huérfanas de madre y eso las unió más.
Pedro no sabe que Inés, es prima de Constanza. Piensa
que se trata de una de las damas de su séquito y, le sorprende sus ojos de
color azul verdoso, como el mar, su larga melena rubia y su cara angelical. Y
queda embelesado cuando escucha su voz, con ese acento meloso, típico de las
mujeres gallegas qué, cuando hablan, parece que te están acariciando la piel.
Inés tiene 19 años, la misma edad que tiene Pedro. Y Constanza tiene 23 años.
Pedro sabe que tiene que cumplir con su obligación de
esposo, pero no deja de pensar en Inés.(En aquellos tiempos era normal que los
reyes tuvieran amantes o concubinas) Constanza sería su esposa y la madre de
sus hijos legítimos, y la trataría bien. Porque Pedro no quiere ser como su
cuñado el rey Alfonso XI, qué, después de casarse con su hermana María, la
humillaba y maltrataba.
Desde el primer momento que Pedro vio a Inés, supo que
era la mujer de su vida, y ardía en deseos de poder tenerla entre sus brazos. Él nunca había sentido nada igual por ninguna mujer.
Entonces se da cuenta que se ha enamorado.
Quizás sea un castigo de los dioses, porque Pedro no creía en el amor
Desde pequeño siempre vio, como los adultos engañaban
a sus esposas con amantes y, sabía qué, los matrimonios se celebraban para cerrar
acuerdos, y tramites comerciales. Muchas veces Pedro se había reído de algún
trovador. Cuando al llegar la noche y, alrededor de una fogata, tocaba su lira,
cantando canciones sobre trágicos amores. Pedro pensaba que eran cuentos
inventados por el trovador, para ganarse unas monedas. Y ahora él, no puede
dormir, por qué está, locamente enamorado de una de las damas de compañía de su
esposa.
A la mañana siguiente de haberse celebrado la boda de Pedro
con Constanza, las dos primas se encuentran. Constanza, con una sonrisa
radiante le cuenta a su prima y confidente, que ha tenido mucha suerte de qué,
su padre la casara con un príncipe joven y guapo. Que Pedro la trató muy bien,
y qué, está deseosa de que llegue la noche para tenerlo en su lecho.
Por aquel entonces la virginidad se perdía a edades
muy tempranas, incluso antes de tener la mayoría de edad que era a los 14 años.
No es de extrañar que el príncipe Pedro con 19 años, no fuera ya un experto en
las artes amatorias, en la noche de su boda.
Inés quiere que Constanza sea feliz, pero cuando
escucha esas palabras el corazón se le desgarra, y se da cuenta qué, también
ella, está locamente enamorada de Pedro. Un nudo le atenaza la garganta y tiene
que hacer un gran esfuerzo para no llorar y que su prima no se dé cuenta.
Desde entonces Inés hace todo lo posible para no
encontrarse con Pedro. Pero Pedro la busca por todo el palacio, y cuando la
encuentra, le dice palabras bonitas de amor. Inés sufre mucho con esta
situación. Pero, el día que no miraba a Pedro, lo echaba mucho de menos y, se
sentía muy triste. Pedro también le escribía cartas de amor y poemas.
En ellas le decía que ardía en deseos de abrazarla y
besarla, que nunca había estado enamorado y, qué el sentimiento que sentía por
ella, era tan fuerte, como una llama ardiendo que lo iba quemando por dentro.
Inés le
contesta que nada pueden hacer, que ella también lo ama y siente lo mismo por
él. Pero que mientras él, esté casado, se tendrán que conformar con un amor
platónico amándose en silencio, toda la
vida.
Inés no quiere hacerle daño a Constanza, con ella pasó
los días más felices de su vida, y ahora se siente culpable. No puede verle a
los ojos. A Inés le gustaría poder contarle a Constanza, qué ella nunca quiso
enamorarse de Pedro. Pero el destino así lo quiso. Y ahora sufre en silencio
con el corazón roto, por qué lo ama, y no se lo puede decir a nadie, y menos a
Constanza, después de saber que está
esperando su primer hijo.
Si Inés llega a saber que acabaría enamorándose del
esposo de su prima, nunca la hubiera acompañado a Portugal. Se hubiera marchado
a Galicia, la tierra donde nació y, de la que siempre siente morriña. Pero
Constanza quería que el día de su boda, Inés fuese su dama de honor. Y ella no
podía negarse.
Inés recuerda el día que llegaron a Lisboa. Cuando rey
Alfonso IV y su hijo Pedro, ven llegar, la pequeña comitiva y él séquito
personal de Constanza, salen a recibirlas. Inés acompaña a Constanza, como su
dama principal.
Cuando Pedro e Inés se ven a los ojos, se dan cuenta que se gustan, y un deseo irrefrenable los atrae como un imán. Los dos sienten un pinchazo muy fuerte dentro del corazón que los paraliza, y por un momento el mundo se para. Y se olvidan de todo lo que les rodea. Incluida Constanza que no dejaba de verlos.
Desde el Olimpo Zeus que todo lo ve, se enfada y
recrimina a Cupido por haberle lanzado a Pedro y a Inés, sus flechas del amor. Pero
ya nada, se puede hacer.
A Inés le gustaba salir a caminar, y llegar hasta un
rio que ve, desde su ventana, y qué no está muy lejos de allí. Su agua
cristalina y el olor a hierva fresca de aquel paisaje le recuerda a Galicia y a
sus primeros años que pasó junto a su madre. Algunas veces sentada en la la
orilla del rio, metía sus manos dentro del agua, y jugaba con ella, dejando que
se deslizara entre sus dedos. Eso le daba tranquilidad.
Dese lejos escondido detrás de unos arbustos, Pedro
embelesado no deja de verla, y quiere sorprender a su amor, mandándole un
mensaje, dentro de un pequeño barquito de madera, que él construyó durante toda
la noche para ella. Entonces sin que Inés lo vea, echa el barquito a navegar
por las aguas del rio.
(El rio Mondego en su largo recorrido, pasaba
atravesando los jardines (da Quinta das Lágrimas.)
Cuando llega la hora, Inés se dirige al jardín, procurando no ser vista. Pero Inés no sabe que unos ojos amparándose en la oscuridad de la noche y desde una ventana de la torre vigilan sus pasos.
Cuando Pedro la ve llegar corre hacía ella y la coge
de las manos para que Inés se acerque a él. Pedro nunca la tuvo tan cerca. Con
luz de la luna podía ver sus grandes ojos azules y su cara angelical. Entonces
Pedro que ya estaba enfermo de amor no se pudo contener, y cogiéndola
fuertemente por la cintura la besó apasionadamente en la boca. Inés no sabe qué
hacer, era la primera vez que la besaban, entonces nota como sus piernas le
flaquean, su cuerpo tiembla y pierde la voluntad cuando las manos de Pedro la
acarician.
Sin dejar de abrazarse, los dos se
sientan a la orilla del rio que cruza los jardines, y Pedro le dice: -Inés
quiero que sepas que mi amor es verdadero y, si por mi fuera, tú serías mi
esposa y reina. Desde el primer día que te vi me enamore de ti. Me estoy
muriendo de amor. Ya no duermo, ni como. A todas horas pienso en ti. Yo no
puedo conformarme con un amor platónico. Si es verdad que tú también me
quieres, que nos importa lo que la gente diga. Yo quiero amarte sin esconderme,
y que la gente lo sepa. Seguro que cuando se lo diga a Constanza lo va a
entender, mejor que seas tú mi amante, y no otra dama de su séquito, que la
critique o la traicione.
Cuando Inés escucha esto una gran tristeza se apodera
de ella, y cogiendo con sus manos la cara de Pedro, busca sus ojos, y llorando
le dice: -Ahora mismo me entregaría a ti, sería tú amante, tú querida, tú
concubina, me daría igual los calificativos que me pusieran, para poder estar
en tus brazos. Pero hay algo que no sabes.
Además, de ser la dama principal, de Compañía de
Constanza, también soy su prima. Pertenezco a la familia de Castro, la más poderosa
de entre todos los nobles, y también estoy emparentada con la realeza de
Castilla. Todas las mujeres que pertenecemos a un estatus tal alto, no se nos
permite ser amantes de nadie, sería una vergüenza para la casa real, una
deshonra para mi familia, tendría el rechazo de todos, y me mandarían al
exilió.
Cuando Pedro escucha esto, se le cae el mundo encima y,
se derrumba llorando. No puede ser que el destino nos ponga tantas trabas, sabiendo
que nuestro amor es puro y verdadero.
Entonces Inés le cuenta qué:
Según Platón en los primeros
tiempos de la humanidad Dios creó a un ser a su imagen y semejanza; hombre y
mujer formaban un solo ser, un solo cuerpo con dos sexos, y con una mente
masculina y femenina por lo que su inteligencia, fuerza y vigor eran
extraordinarios. Pero como también eran orgullosos quisieron prescindir de los
dioses y se sublevaron.
Cada uno de nosotros es pues la mitad complementaria del otro y desde entonces andamos por ahí como círculos incompletos como una “c” buscando nuestra mitad. Como dice el refrán: “Nuestra media naranja que nos permita cerrar el círculo para sentirnos completos”.
Esto es
muy difícil de encontrar en medio de tantos miles y millares de personas.
Podemos tener suerte y
encontrar alguna pieza que se adapte y podemos ir funcionando, pero
nuestra pieza original que es la que nos llena al 100% solo muy pocos
humanos la han encontrado, y cuando esto ocurre los dioses nos hacen pagar un
alto precio porque ese amor próximo a lo divino, desmesurado, absoluto y perfecto
solo está reservado para los dioses. Todos los grandes amores que encontraron
su otra mitad han tenido un trágico final.
Pedro no se rinde y desafía a los dioses diciendo que su amor es tan fuerte qué, prefiere morir, si no la puede tener. Desesperado abraza a Inés buscando sus labios, le dice que sin sus labios se muere de sed y qué, sin sus abrazos ella tampoco podrá vivir.
Pedro la abraza de nuevo y la vuelve a besar, y los
dos sienten qué su amor es tan grande qué, nada ni nadie los podrá separar. Y
esa noche se entregaron en cuerpo y alma fusionándose en un solo ser, rozando lo
divino y alcanzando la perfección en el clímax, que solo está destinado a los
dioses. Cuando los dioses del Olimpo ven como se entregan con tanto amor y
pasión sienten envidia de ellos.
De regreso, Inés ve mucho movimiento de criados,
llevando toallas y tinajas de agua caliente. y cuando pregunta que está pasando,
le dicen que Constanza se ha puesto de parto. Y el día 6 de abril de1342 Constanza
da a luz a una niña, le puso de nombre María.
Pedro e Inés aprovechan todos los momentos que pueden
para declararse su amor sin ser vistos, pero lo que ellos no saben es que muy
pronto Constanza se va a enterar de que su esposo Pedro tiene una amante, y que
además es suma prima Inés.
Cuando Constanza comienza a recuperarse del parto una
dama de su séquito se le acerca y le dice que su marido tiene una amante.
Constanza no quiere creerlo, y le pide a la dama que le diga quién inventó esa
calumnia. Entonces la dama le contesta que no se trata de un rumor, y le
explica qué, una noche no pudiendo dormir, se asomó a la ventana de la torre
para ver la luna llena. Cuando ya se retiraba algo llamó su atención.
Era la silueta de una mujer que caminaba hacía el
jardín da Quinta das Lágrimas. Por la espalda no la pudo reconocer, y qué,
entonces esperó para poder verle la cara a su regreso. Al cabo de unas horas le
pareció ver una sombra que poco a poco se acercaba, pero la mujer no venía
sola, la acompaña un hombre, y vi cómo se besaban apasionadamente al despedirse.
La mujer es su prima Inés de Castro y el hombre su
esposo el príncipe Pedro. Los reconocí enseguida cuando les vi la cara, pude
hacerlo porque la escasa niebla que antes había, ya se había disipado, y la
luna iluminaba la noche como si fuera de día.
Cuando Constanza escucha esto se pone furiosa, y le
dice a su dama que no se lo cuente a nadie. Se siente traicionada por las dos
personas que más quiere, y piensa el modo de deshacerse de Inés. De momento
hará como si no supiese nada, porque si se enfada con su marido lo puede
perder, y si le dice a Pedro que la deje, él no la va a dejar.
De momento tampoco se lo va a decir a su suegro porque
echaría a Inés de la Corte y, la
mandaría al exilio. Y eso sería peor porque Pedro la odiaría, y al final
se marcharía con Inés al lugar de su destierro.
Inés sabe que Pedro tiene que cumplir con su
obligación y dar un heredero al trono. Las dos primas sufren por el amor del
mismo hombre. Pero Constanza no está dispuesta a compartirlo. La única solución
es matar a Inés, y piensa una estrategia. Solo tiene que quedarse de nuevo
embarazada.
Constanza aprovecha la ocasión cuando Inés está
presente para decirle a Pedro qué, ya se siente recuperada por haber dado a luz
a su hija María, y que el rey su padre, estaría muy contento si se volviese a
quedar embarazada de un varón. Entonces para poner celosa a Inés, besa a Pedro,
y le dice que no tarde, que lo espera en su lecho.
Constanza se vuelve a quedar embarazada. Y en 1344,
nace su hijo Luis. Constanza está radiante de felicidad, ha tenido un varón, Pedro
está feliz, y ella, pronto se podrá deshacer de Inés. Unos días antes de dar a
luz, quiso convocar una reunión con la presencia de gente muy importante. A esa
reunión asistieron nobles, ministros, personal de servicio, y también las damas
de su séquito, incluida Inés.
Constanza haciendo gala de sus artes interpretativas
comenzó diciendo que dar a luz es un milagro de Dios, pero a veces cuando el
parto se complica, la madre tiene que morir, para salvar al niño. Entonces
Constanza llama a Inés y cogiéndola por la mano, dice a todos los presentes que
es su deseo que Inés sea la madrina de su hijo, porqué, además de ser familia y
llevar su sangre, se criaron juntas y la quiere mucho. Y sabe qué Inés cuidará
de su hijo como si fuera propio.
En ese momento todas las miradas se posan en Inés,
esperando su respuesta. La tensión cortaba el aire y se produjo un gran
silencio. Inés no quería ser la madrina del niño, sabía qué, si aceptaba a ser
la madrina, tendría sentenciada su muerte. Pero tampoco podía negarse a la
petición de su prima delante de tanta gente. Con ojos suplicantes busca la
mirada de Pedro, que nada puede hacer. y delante de todos los testigos tuvo que
prometer que sería la madrina de su hijo.
En aquel tiempo los padrinos de un niño, pasaban a ser
miembros de la familia, y no podían ser amantes de ningún progenitor. Si esto
sucedía se les acusaba de incesto. Y la iglesia católica, y él rey ,los mandaba
ejecutar.
Inés llora desconsolada, porque sabe qué, desde el momento en que se convierta en madrina del niño, si descubren que Pedro y ella son amantes, sus días están contados. Cuando se reúne con Pedro en los jardines da Quinta das Lágrimas le dice que ya no tiene escapatoria. Sospecha que Constanza sabe que son amantes y que desea su muerte.
Incluso si Constanza
muriese en el parto, los testigos, obligarían a Inés a que fuera la madrina del
niño, para que se cumpliese la voluntad de Constanza. Y la matarían de todos
modos acusándola de incesto.
Pero a Zeus, no le gustó nada qué, Constanza planificara
la muerte de Inés. Entonces, los dioses del Olimpo deciden ayudar a Inés.
Cuando el rey Alfonso se entera que ha tenido un nieto
legítimo, enseguida va a conocerlo. El rey coge al niño en sus brazos y le dice:
- el día de tú bautismo voy a celebrar una fiesta por todo lo alto. Quiero que
te conozcan, y que sepan qué, en la línea de sucesión tú, serás el futuro rey
de Portugal
Cuando Constanza escucha esto, le dice a su suegro que
ella prefiere que el bautismo se celebre cuanto antes, y de forma intima. Y le
pone de excusa que sus amigos, los miembros de la realeza, los nobles, y
ministros, viven a mucha distancia y tardarían días en llegar. Pero el rey se
niega, es su primer nieto y, nada ni nadie, le va hacer cambiar de idea.
Los dioses no quieren que Constanza se salga con la
suya. y a los 8 días de su nacimiento, Luís muere. Inés siente una gran pena
por el niño, pero también le da gracias a Dios, por haberla librado de ser su
madrina.
Pedro e Inés cada vez están más enamorados, y sus encuentros son cada vez más frecuentes en los jardines da Quinta das Lágrimas. Constanza sabe que cuando Pedro no está en su lecho, es que está con Inés. Los celos de Constanza van en aumento, y presiona a Pedro para que pase más tiempo con ella. Le dice que la corona de Portugal necesita tener un descendiente en la línea de sucesión, y para que eso ocurra tiene que dormir en su lecho y dejarla embarazada.
A los pocos meses de haber muerto su hijo Luís, y
viendo que Pedro comienza a distanciarse de ella, Constanza le cuenta al rey, que
Pedro e Inés son amantes. El rey muy enfadado le echa una buena bronca a su
hijo, y le recuerda que va a ser el futuro rey de Portugal, que tiene un deber
y unas obligaciones que cumplir, y que es necesario que su mujer vuelva a
quedar en cinta.
Después llama a Inés, le recrimina su conducta y la
echa de la corte. Luego la manda escoltada por unos soldados al exilio, al
castillo de Alburquerque en Badajoz, muy cerca de la frontera portuguesa.
Pedro es un buen chico, y se hace querer, y ganó la
simpatía de muchos ministros y nobles que estaban en el exilio por no estar de
acuerdo con las ideas de su padre. Ellos saben que cuando Pedro sea rey podrán
regresar de su exilio. Pedro también se lleva muy bien con los hermanos de Inés,
son muy buenos amigos y, confía tanto en ellos, qué los nombró sus consejeros.
El exilio y la distancia, no impidió que Pedro
siguiera viendo a Inés, y que, se escribiesen cartas de amor. Cuando su padre
se entera que Pedro ya sabe dónde está exiliada Inés y qué, a pesar de su
prohibición se siguen viendo, monta en cólera.
Entonces para que Pedro no tenga tiempo para hacer escapadas
y, poder ver a Inés, el rey declara la Corte como trashumante, y Pedro está
obligado a viajar de aquí, para allá, y estar presente en todos los eventos,
asambleas y reuniones.
Pero eso tampoco evitó que se siguieran viendo. Porque
cuando Pedro no podía ir, a ver a Inés, ella se escapaba del castillo disfrazada
y, luego preguntaba a la gente, por qué caminos y, por donde iba a pasar la Corte
de Pedro. Después se unía a ellos en el camino, y esperaba que llegase la noche
para que Pedro se pudiera escapar y reunirse con ella.
El rey desesperado, ya no sabe que, hacer con su hijo y con Inés. Porque ya mandó al exilio a Inés, por varias veces, y Pedro siempre la encontraba. Ahora la vuelve a recluir en uno de los lugares más remotos. Pero el amor de Pedro es tan grande que no deja de buscarla, y ayudado por la gente del pueblo que le tiene simpatía, siempre la acaba encontrando.
Después piensa de que, manera puede ponerse en contacto
con ella. A veces pasaba las noches haciendo barquitos de madera, para meter
dentro de ellos el mensaje, o la carta de amor, para que Inés al verlos, los pudiera
coger y leer. Después enviaba los barquitos a través de los conductos de agua
del monasterio, donde Inés los esperaba con impaciencia. Otras veces, para
despistar a los informadores de su padre, le ponía a su caballo las herraduras
al revés, para que creyeran que iba en otra dirección.
Mientras tanto los ministros y consejeros no dejan de presionar al rey para que le diga a su hijo Pedro, que debe tener un descendiente varón, y para ello tiene que dejar de nuevo embarazada a Constanza. Ese día el viaje fue agotador y las negociaciones muy duras.
Después de informar a su padre de todo lo acontecido,
y lo que pedían en esas asambleas los nobles, Pedro se despide diciendo que se
retira a descansar.
El padre aprovecha para decirle que Constanza lo está
esperando y, que tiene la obligación de cumplir con su esposa maritalmente,
además es de vital importancia que Constanza se quede embarazada otra vez.
Un año después
de la muerte de su hijo Luis (1345) nace su tercer hijo Fernando. El rey
Alfonso IV está pletórico de felicidad. Por fin la corona de Portugal ya tiene
un futuro rey legítimo, en la línea de sucesión.
Pero la vida de Constanza corre grave peligro. Durante
el embarazo de Fernando, Constanza ya tuvo problemas con algunos sangrados, los
médicos la obligaron a tener reposo absoluto, porque había riesgo de que
abortará, pero el momento del parto fue peor, las cosas se complicaron y las
hemorragias fueron seguidas. Era tal la magnitud de los sangrados que los
médicos ya no sabían que hacer para frenarlas. Desesperados hacen venir a un
médico judío experto en partos para ver si con su ayuda pueden lograr salvarla.
Cuando el médico judío llega, ya la habían dado por
muerta, aunque de su cuerpo seguía saliendo sangre. Sin pérdida de tiempo el medico
judío presiona con mucha fuerza y con sus puños el vientre de Constanza. Y así
estuvo sin moverse durante más de 20 minutos. En
ese tiempo le fue dando instrucciones a los médicos de Constanza, para que por
medio de una jeringa introdujeran en su boca un brebaje que él había preparado.
Después de ese tiempo y sin dejar de presionar el
vientre de Constanza pide que comprueben si hay señal de vida. Uno de los
médicos de Constanza le toma el pulso y con la cabeza hace un gesto negativo. Entonces
el médico judío le pide a su ayudante que lo releve y que siga presionando con
fuerza el vientre de Constanza.
Luego masajea sus pies y sus piernas elevándolas un
poco para conseguir que la poca sangre que le queda en
el cuerpo llegue hasta el corazón. Después masajea también sus brazos y
manos y, por último, abriéndole la boca y separándole la lengua para que pueda
tragar, le vuelve a administrar su brebaje.
Sin
dejar de masajearla, deja pasar unos minutos para que la medicina haga su
efecto, luego le toma el pulso y le parece notar un leve latido. Entonces pide
que le acerquen su maletín donde tiene una garrafa con agua de hiervas
medicinales, porque Constanza necesita beber mucho, reponer líquidos y
recuperar sangre. Luego le dice a su ayudante que no deje de hacer presión
sobre él vientre de Constanza, que lo está haciendo muy bien y que Constanza ha
dejado de sangrar.
Cuando
el médico judío le vuelve a tomar las constantes vitales, el corazón de
Constanza comienza a latir, y el médico judío da gracias a Dios por haberla
dejado vivir. Cuando Constanza recobra él conocimiento, no quiere ver a nadie,
ni que nadie la vea, ni siquiera su marido. Está tan débil y deteriorada, que
ella misma no se reconoce cuando se ve en un espejo. En esas condiciones no quiere
que su esposo la vea, necesita recuperar su salud para poder apartarlo de Inés.
Entonces Constanza para recuperarse se retira a un
convento, y nada se sabe de ella. Mucha
gente creía que ya había muerto. Pero Constanza reaparece después de más de
tres años, y regresa a la Corte para hacer de intermediaria en las
negociaciones de un contrato de matrimonio de una amiga.
Constanza
quiere que cuando Pedro la vea la desee como mujer, para ello se pone su mejor
vestido, y sus joyas más valiosas. Y decide poner a prueba sus dotes
interpretativas. Cuando se encuentra con Pedro, le dice que mientras estuvo tan
delicada de salud, ni un solo día dejó de pensar en él, qué lo echo mucho de
menos, que lo ama, que lo necesita, que quiere estar con él y, con sus hijos
María y Fernando, todos los días de su vida. Después lo abraza y lo besa, para
ablandar el corazón de Pedro.
Constanza
continúa abrazada a él, y Pedro no sabe cómo hacer para apartarla de su cuerpo
y no herir sus sentimientos. Él no le quiere hacer daño y tampoco le gusta
verla sufrir, Por eso no se atreve a contarle que en su ausencia tuvo dos hijos
con Inés, uno que murió al nacer en el año 1346 llamado Alfonso, y después una
niña en el año 1347 llamada Beatriz, que está al cuidado de sus tíos en
Castilla. Que de momento lo tienen en secreto para evitar el alboroto y el
rechazo, a lo que ellos ya están siendo sometidos.
Pedro
mejor que nadie sabe lo que es sufrir por amor, y ver, como Constanza le
suplica su amor, le dio tanta pena qué, en ese momento no supo reaccionar y se
dejó querer.
Constanza
piensa que ahora puede recuperar a su marido, porque después de tener tres
hijos con él, conoce muy bien, lo que a Pedro le gusta y, lo que le excita
sexualmente.
Cuando
el médico judío se entera del regreso de Constanza, pide hablar urgentemente
con ella. Cuando Constanza ve al médico le ofrece su mejor sonrisa, lo abraza,
y le da las gracias por haberle salvado la vida.
El
médico con semblante serio le dice que quizás no le va a gustar lo que tiene
que decirle, pero que es de vital importancia que ella lo entienda. Constanza
le sonríe y le dice que después de lo que pasó, no cree que vaya a ser nada
peor.
Entonces
es, cuando el medico judío le dice que no puede tener relaciones matrimoniales,
porque si se queda embarazada, en el momento del parto muere. Y esta vez, ni él,
ni nadie, podrá salvarla.
Entonces
Constanza, con cara de preocupación y después de pensarlo, le responde: -De
que me sirve vivir, si no puedo cumplir como mujer, y satisfacer a mi esposo.
Luego le pide al médico que jure bajo secreto médico, que no se lo dirá a
nadie.
En
1348 Constanza se vuelve a quedar embarazada y, a finales del mismo año,
Constanza da a luz a otra niña, y le pone de nombre María, el mismo nombre que
tiene su primera hija. Pero esta vez Constanza no resiste las complicaciones
del posparto, que se agravaron con sangrados, infección y fiebre. Y el día 27
de enero del año 1349, Constanza muere en Santarém a
los 32 años faltando varios meses para cumpliera los 33 años.
Cuando
Pedro se queda viudo, no tarda nada, en ir a buscar a Inés a su exilio, y la
trae a vivir con él. La Corte, la nobleza y, el pueblo, estaban escandalizados
y decían que era una vergüenza que trajera del exilio a Inés, cuando aún estaba
de luto por su esposa.
Cuando rey se entera que Pedro trajo a Inés, a vivir con él. Enseguida va a hablar con su hijo. Le dice que no tiene vergüenza, le echa una buena bronca, y se pelean. Después le pide que inmediatamente saque a su amante de allí. Pedro se enfrenta a su padre y le contesta que no piensa hacerlo, y que no la vuelva a llamar su amante, porque la considera su mujer.
Pedro desesperado llama a los hermanos de Inés para
que le ayuden a encontrarla. Mientras buscan a Inés, el rey queriendo casar de
nuevo a Pedro, le dice cuales son las princesas candidatas que están
disponibles para el matrimonio y, que elija la que más le guste. Pero Pedro le dice que no se quiere casar con ninguna
de ellas, y que, si algún día se casa, solo lo hará con Inés.
Cuando los hermanos de Inés se enteran en donde esta recluida su hermana, buscan la forma de ponerse en contacto con ella. Para ello sobornan a un sirviente y le ofrecen una fuerte cantidad de dinero.
El
trato era que tenía que entregar en mano una carta a Inés y regresar con su
contestación por escrito. La mitad del dinero se lo darían cuando le llevara la
carta y la otra mitad cuando llegara con la contestación. De este modo se
aseguraban que Inés la iba a recibir.
El
contenido de la carta dirigida a Inés ponía: Te hemos localizado, se lo vamos a
comunicar a Pedro para que decida como poder rescatarte. y planificar vuestra
huida. Como no sabemos el día ni la hora, debes de estar preparada para cuando
llegue el momento.
Entonces
el sirviente muy nervioso le entrega a Inés, un papel, tinta y pluma, para que
escriba la respuesta lo más rápido posible. Inés con manos temblorosas se dirige
a Pedro y le cuenta qué, está de nuevo embarazada y que teme por su vida, si lo
llegan a descubrir.
Pero
Pedro estudia bien el terreno, no puede cometer ningún error y, como de la
necesidad surge la inventiva, enseguida trazó un plan de huida.
Pedro
e Inés huyen de Portugal. Y con la ayuda de los hermanos de Inés cruzan la
frontera de Portugal para alojarse en Alburquerque.
Inés ya conocía ese castillo porque el rey la había desterrado echándola de
Portugal cuando se enteró de que Pedro y ella se amaban. Además, en Alburquerque,
Pedro había hecho muy buenos amigos que se convirtieron en sus cómplices cuando
iba a visitar a Inés en secreto, y además la gente del pueblo les había cogido
cariño.
En
1349 en el mismo año que murió Constanza y su hija María, nace Juan el tercer hijo
de Inés y Pedro. Cuando Pedro emocionado coge a juan en sus brazos, le jura a
Inés que se va a casar con ella y que va a legalizar a sus hijos, para que no
les digan que son ilegales ni bastardos.
También
le jura que todas las personas que la trataron con desprecio, haciéndola llorar
y criticándola, se tendrán que poner de rodillas ante ella, y rendirle
pleitesía. Porque tan pronto como él sea nombrado rey, ella estará sentada a su
lado como reina también de Portugal.
Durante
un tiempo, Pedro estuvo viviendo con Inés y con sus hijos Beatriz y Juan en
Alburquerque. En ese tiempo se ganó la simpatía de la nobleza castellana y
también la de algunos miembros de la realeza, que ya no miraban tan mal que
Pedro e Inés se amaran, sobre todo sabiendo que Pedro era viudo.
Pedro
estaba creciendo en popularidad y cada vez se hacía más fuerte teniendo como
aliados a los nobles castellanos, y también a los nobles portugueses que
estaban exiliados y querían regresar a Portugal.
Además,
los hermanos de Inés se habían convertido en hombres muy poderosos, con más
poder incluso que los nobles.
Esto
no le gustaba a su padre el rey de Portugal. En ese tiempo las relaciones con
los castellanos no estaban siendo buenas, y no entendía que su único hijo
legítimo, por el amor de una mujer se pusiera en su contra.
Pedro regresa a Portugal (Coímbra) para casarse en secreto, y se queda a vivir con Inés y con sus hijos en los Pacos de Santa Clara. Después solicita hablar con su amigo el Obispo da Guarda. Cuando Pedro le dice que quiere casarse, el Obispo le dice que no puede hacerlo sin el consentimiento de su padre el rey.
Entonces
Pedro muy enfadado le responde, que será su culpa que ellos vivan en pecado y,
que a sus hijos los consideren unos bastardos. Entonces el Obispo por la gran
amistad que le unía a Pedro le dice: Cuando él rey se entere que os he casado
sin su permiso, no quiero ni imaginar lo que va a pasar, ni lo que me va a
ocurrir a mí.
Pedro
e Inés se casaron en secreto en Santa Clara a Vella. Además del Obispo que los
casó, fueron de testigos, un ministro amigo de Pedro, el capellán de la
iglesia, y varios sirvientes de su confianza. Después de un tiempo 1354 Pedro e
Inés volvieron a ser padres por cuarta vez, de un niño que le pusieron de
nombre Denís.
Cuando
le dicen al rey qué además del nacimiento de Denís, Pedro tiene dos hijos más,
a Juan y a Beatriz, no lo puede creer, y con un arrebato de colera dice: Ahora
ya sé, en donde empleaba el tiempo mi hijo. Se ha dedicado a traer niños bastardos
al mundo.
Las
relaciones políticas entre Portugal y el reino de Castilla cada vez iban de mal
a peor, y el rey le echa la culpa a la familia Castro hermanos de Inés, y a
Inés por influenciar a Pedro y unirse a los nobles de Castilla. Pero lo peor
llega cuando sus consejeros avisan al rey que hay rumores que quieren matar a
su primer nieto Fernando, el hijo de Constanza, heredero legitimo al trono de
Portugal en la línea de sucesión.
Con
la muerte de Fernando sería Juan, el hijo de Inés quien ocupara su lugar.
Entonces el rey les dice que eso son rumores, y que no lo puede creer. No hay
necesidad que, maten a Fernando. Los hijos de Pedro e Inés son bastardos y no
tienen derecho al trono.
Pero
al rey se le cae el mundo encima, cuando le dicen que su hijo está casado en
secreto y que había legalizado a sus hijos. Totalmente enfurecido y con miedo
de qué sea verdad que planean matar a su nieto Fernando, convoca una asamblea
urgente con el estado y la corona para ver que se puede hacer, porque si los
rumores son ciertos y están casados, Inés sería reina de Portugal, cuando Pedro
ocupara su trono.
En
esa asamblea que al final resultó ser un compló, porque se celebro un juicio
sin avisar a Inés, ni ella estar presente, la acusaron de traición a la corona
de Portugal, y de instigadora en las revueltas populares, por lo tanto debe
morir.
A
Pedro le gustaba cazar, además tenía el coto de caza real, muy cerca de donde
ellos vivían. Y al día siguiente de la festividad de reyes, el día 7 de enero
de 1355, Pedro se marchó a cazar.
Pero
ese día antes de despedirse de Inés, ella se abraza a Pedro y, le dice que no
vaya a cazar, que tiene un mal presentimiento. Entonces él, la besa, y le dice
que no se preocupe que volverá pronto.
Siempre
que Pedro se iba a cazar, ella se entretenía jugando con sus hijos en el rio Mondego,
que pasaba por los jardines da Quinta das Lágrimas.
Cuando estaba jugando con sus hijos ve a cuatro personas que se acercan, y enseguida los reconoce. Era el rey Alfonso IV y tres de sus consejeros. Algo en su interior le decía que no eran buenas noticias. Entonces Inés cogiendo a su hijo más pequeño en sus brazos ,que tenía menos de un año, le presenta a sus nietos.
El
rey le informa que se había celebrado un juicio, y que salió culpable de provocar
tensiones políticas, y de alta traición al reino de Portugal, por lo que debe
morir.
Inés
llorando se pone de rodillas ante el rey diciendo que esos cargos que le
imputan son mentira, que ella nunca hizo nada de eso, y desesperada pide
clemencia al rey para que no la mate. Y le ruega que si la va a matar, que no
sea en presencia de los niños.
Cuando
el rey ve llorar y suplicar a Inés por su vida, y viendo que los niños son tan
pequeños, no tuvo valor para matarla y se echa atrás. y le dice a sus
consejeros que no lo puede hacer. Entonces el rey se da media vuelta y se va. Los
tres consejeros lo siguen, pero a mitad de camino le dicen que está cometiendo
un gran error, qué Inés debe morir, y que nadie debe saber que es la esposa de
Pedro.
Porque
cuando Pedro sea rey, ella será la reina de Portugal, y su hijo Juan el futuro sucesor,
y no Fernando el hijo de Constanza.
Además
Portugal quedaría en manos de la familia Castro, y de la corona de Castilla.
Entonces el rey, ya cansado de oírlos, le dice a sus consejeros: Haced lo que
os plazca.
Inés tiene a su hijo Denís en sus brazos, cuando ve que regresan los tres consejeros del rey, no tiene ninguna duda, sabe que vienen a matarla.
Llama
a la niñera y le entrega al niño, y le dice que se aleje de allí lo más rápido
posible, y qué también se lleve a Juan y a Beatriz. Pero Juan que tiene 6 años
no se quiere ir, y se abraza a la cintura de su madre. Ante la imposibilidad de
convencer a su hijo para que se vaya con la niñera y viendo que los asesinos ya
están cerca, le grita a la niñera para que corra y huya, y salve a sus hijos, Denís
y a Beatriz, porque teme que los vayan a matar a todos.
Cuando
los tres consejeros se acercan a Inés. Sin mediar palabra cogen a Juan, que aún
permanecía agarrado a la cintura de su madre, y con gran violencia lo tiran al
suelo. Después los tres acuchillan a Inés dándole muerte. Y no contentos con eso,
le cortan la cabeza con sus espadas, decapitándola delante de su hijo Juan. Un
mes antes de que la mataran, había estado de cumpleaños. Inés tenía 34 años
cuando la asesinaron.
Después
los asesinos van a la iglesia donde se casaron Pedro e Inés y buscan al capellán.
Y con amenazas de muerte le obligan a que les dé, el libro de registro de los
matrimonios realizados en esa iglesia. Cuando comprueban que Pedro e Inés se
han casado queman el libro. Pero para estar seguros de que no haya otro
documento, o papel que pueda decir que Pedro e Inés, son marido y mujer,
plantan fuego a la iglesia quemando todos los archivos y toda documentación de
la iglesia.
Cuando
Pedro regresa de cazar y le cuentan lo sucedido se vuelve loco y, corre a ver a
su amor. Cuando la ve tirada en el suelo encima de hierbas y piedras
ensangrentadas, y con la cabeza decapitada, siente un dolor tan fuerte en su
corazón que cree que se le va a partir en dos.
Pedro llora desconsolado y con manos temblorosas coge la cabeza de Inés, y recompone su cuerpo. Es tanto el amor que siente por ella que le besa la mejillas, los ojos, la boca, y la abraza. Está enfermo de amor y se quiere morir con ella. El dolor que siente en el corazón es tan insoportable qué, de sus entrañas y de su garganta salió un grito tan fuerte qué parecía venir del inframundo, asustando a todos los que lo oyeron, porque no era un grito humano, ni de ningún animal conocido de este mundo.
Abrazado
al cuerpo sin vida de Inés recuerda como, en ese mismo lugar de los jardines da
Quinta das Lágrimas se unieron por primera vez en cuerpo y alma en una
experiencia casi religiosa jurándose amor eterno. Su amor era tan puro,
verdadero y perfecto que no parecía terrenal. y que Inés sintió miedo de tanta
felicidad y al castigo de los dioses.
Porque
ese grado de perfección y clímax en el amor, solo está reservado para los
dioses en el Olimpo. Y, ningún humano lo puede alcanzar ,y quienes lo consiguen
siempre tienen un trágico final.
Pedro
no se quiere separar del cuerpo sin vida de Inés, y la vuelve a besar y
abrazar, y le jura que vengará su muerte. Entonces sube a su caballo con la
ropa manchada por la sangre de Inés, y va en busca de los tres asesinos para
matarlos. Pero no los encuentra.
Entonces
avisa a los hermanos de Inés de lo que ha ocurrido, y les pide ayuda porque le
quiere declarar la guerra abierta a su padre. Los hermanos de Inés, los nobles
castellanos, y los nobles portugueses que estaban exiliados, se unen a Pedro
creando un ejercito y provocando una guerra civil, porque a mucha gente del
pueblo tampoco le gustó que el rey mandara asesinar a Inés.
Durante más de dos semanas cercó la ciudad de Oporto y desbastó el país de Portugal desde el rio Duero hasta el rio Miño. Pero el ejercito de su padre era más poderoso y Pedro fue derrotado. La madre de Pedro, la reina Beatriz, estuvo haciendo de intermediaria para que padre e hijo se reconciliaran y dos años después del asesinato de Inés, estando el rey muy enfermo llegó la reconciliación y su aprobación para que Pedro fuese el rey de Portugal.
Cuando
el rey muere en 1357 y Pedro se convierte en rey, los asesinos de Inés, Pedro
Coelho, Diego López Pacheco y Álvaro Goncalves,
huyen despavoridos al reino de Castilla pidiendo asilo político y provocando la
furia de Pedro. Pero los asesinos no contaron que Pedro tenía muy buena relación
con el rey de Castilla.
Entonces
los dos reyes llegan a un acuerdo de intercambio para entregarse a nobles
huidos en sus respectivos reinos. Cuando van en busca de los tres asesinos de
Inés, un mendigo que escuchó qué, los andaban buscando para arrestarlos, avisa
a Diego López Pacheco. Y pacheco disfrazado se pudo escapar, huyendo a Aviñón
(Francia).
Cuando
Pedro Coelho, que además había sido tutor de Pedro, y Álvaro llegan a Portugal,
Pedro hace una fiesta e invita a todas las personalidades de la corte y de la
nobleza. También el pueblo podía participar de esa celebración.
En
lo mejor de la fiesta Pedro ordena traer a Pedro Coelho
y a Álvaro Goncalves y los manda atar en dos postes que ya tenía preparados.
Y estando vivos, a Pedro Coelho le arrancó el corazón por el pecho, y Álvaro
Goncalves se lo arrancó por la espalda. Los dos asesinos de Inés sufrieron un
dolor insoportable y su muerte y agonía fue terrible.
Pero
para Pedro eso no fue suficiente, porque dentro de él, aún sentía la rabia y el
dolor por el asesinato de su esposa, y las entrañas se le desgarraban
recordando de que manera tan cruel le dieron muerte a Inés.
Algunos
historiadores dicen que Pedro enfermo de amor se volvió loco. Porque cogiendo
los corazones de los asesinos en sus manos y levantando los brazos como si de
un trofeo se tratara, dijo: Hoy para mí
es un día muy especial, por ese motivo os he convidado a esta celebración,
espero que disfrutéis de ella, tanto como yo lo voy hacer, podéis empezar a
comer. Y Pedro cogiendo los corazones de los asesinos se los comió delante de
todos, descargando así, la rabia que
tenía acumulada dentro de sus entrañas.
Diego
López Pacheco, estuvo huido y viviendo en Francia hasta su muerte. Pero en su
lecho de muerte antes de morir le escribió una carta a Pedro, para que le
perdonase por lo que le había hecho a Inés.
Pero Pedro no olvida el juramento que le hizo a Inés de convertirla en reina de Portugal. Y lo primero que hizo cuando lo coronaron rey, fue decirles a todos que Inés ya era su mujer cuando la asesinaron, porque se habían casado en secreto. Por lo tanto aún estando muerta es la legítima reina de Portugal.
La
Corte, los ministros y los nobles quieren estar seguros de que Pedro dice la
verdad, pero ningún papel escrito, ni documento se encontró, de esa boda
secreta, porque los asesinos de Inés se cuidaron muy bien de quemarlo todo.
Pedro
hace valer sus derechos como rey, y fiel al juramento que le hizo a Inés,
ordena desenterrar su cadáver que está en avanzado estado de descomposición. Y
da órdenes para que la acicalen y la vistan, con la mejores galas, de ropa y
joyas, que correspondan a una reina. Luego sienta el cadáver
de Inés en el trono a su lado, y le coge la mano,
diciendo:- yo soy tu esposo, y tú, mi reina de Portugal.
Después invita a todos los miembros de las casas reales, incluida la nobleza castellana, miembros de la Corte, y también al pueblo, para que vengan a la coronación de Inés.
Pedro
quiere que todos los que hicieron sufrir a Inés, criticándola y censurándola,
la reconozcan como reina legítima de Portugal. El día de la coronación y,
delante de todos, Pedro pone sobre la cabeza del cadáver de Inés, la corona de
reina.
Después
obligó a la Corte y a todos los allí presentes que le rindiesen pleitesía. Y
uno por uno, se fueron arrodillando a los pies del cadáver de Inés,
reconociéndola como reina legítima y besando su mano.
Los
funerales fueron espectaculares, grandiosos y costosos. Nunca nadie había visto
nada igual en ningún funeral de ninguna reina.
Y
quiso que su cuerpo fuera llevado en procesión hasta el Monasterio de Santa
María de Alcobaca. Su cuerpo fue depositado en un túmulo de piedra caliza con
una efigie coronada que Pedro mandó construir para ella, y que se asemeja mucho
al rostro de Inés. También alrededor del túmulo hay grabados que representan
escenas vividos por ellos.
Pedro
también quiso que le construyeran otro túmulo para él, enfrente del de ella,
casi tocándose los pies. Pedro quería que las tumbas estuviesen, mirándose, una
enfrente de la otra, para que cuando llegase el día del juicio final, y se
despertaran, se pudieran ver a los ojos.
En
los jardines da Quinta das Lágrimas se pueden ver dos fuentes. Una es la fuente
del Amor, donde Pedro e Inés tenían sus encuentros románticos, y donde por
primera vez, se entregaron en cuerpo y alma jurándose amor eterno.
La
otra fuente es la Fuente de las Lágrimas, por las lágrimas que derramó Inés
suplicando que no la mataran. El agua que sale de la Fuente de las Lágrimas
cubre las piedras y hierbas que estuvieron manchadas por la sangre de Inés
cuando la asesinaron.
A
día de hoy, aún se pueden ver esas hierbas, y piedras, de un color rojizo que
representan la sangre de Inés.
Vigo
5 de abril de 2025
Autora
del texto y fotos: Guadalupe Aguilera.
Bibliografía consultada y Textos extraídos entre otros de:
-Constanza Manuel de Villena. (2024, 6 de noviembre). Wikipedia, La enciclopedia libre. Fecha de consulta: 18:37, noviembre 6, 2024 desde https://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Constanza_Manuel_de_Villena&oldid=163434140.
-Torres Rodríguez, Vicente ( 19 julio, 2023). Publicación digital. Eltrapezio.eu. https://eltrapezio.eu/es/espanol/ines-de-castro_37788.htm
-Artículo Editorial. Googles Arts&Culture.(Marzo 30, 2025). Publicación digital. https://artsandculture.google.com/story/8AUBC_FWA_z4Jw?hl=es-419
- Visit Center Of Portugal. Arte y Cultura. (Marzo 30, 2025) Publicación digital. Pedro e Inés, una historia de amor intemporal • Centro de Portugal
-Asociación Infante Don Juan Manuel de Castillo de Garcimuñoz. Castillo de Garcimuñoz (Marzo 30, 2025). Publicación digital. Historia y Propietarios - Castillo de Garcimuñoz
- La imagen de la piedra Representa al Retrato do Rei Pedro I de Portugal na Sala dos Reis. Quinta da Regaleira. Sintra Portugal. Inspirada en la Foto original de Archivo: D. Pedro I (Quinta da Regaleira).png. Publicación en Wipikedia la Enciclopedia Libre en: Información de «Archivo:D. Pedro I (Quinta da Regaleira).png» - Wikipedia, la enciclopedia libre
-Dibujo piedra inspirado en Imagen propiedad de Andrea Lucifer. Copyright: SSColoring . Publicación digital: 26 dibujos para colorear de castillos: imprimibles gratuitos para niños
-Los otros datos que contiene esta historia son de apuntes recopilados por Guadalupe Aguilera; de autores que desconoce y por informaciones de las que se nutre “que no han sido escritas”