Me llamo Guadalupe Aguilera.
Las piedras que encuentro en mi camino, que dibujo y grabo, nos cuentan la historia del mundo, mitos y leyendas.
¿Santiago? o ¿Prisciliano?.
Viendo esta piedra, pienso que nos han engañado en muchas cosas de la historia, como, por ejemplo, que el Apóstol Santiago bajó del cielo (que no bajo) montado en un caballo blanco, pisando cuerpos y cortando cabezas a los musulmanes para ayudar a los cristianos. El rey agradecido hizo un voto y ordenó a todos los españoles a pagar parte de sus cosechas y de su vendimia a la sede Compostelana porque es donde supuestamente estaban enterrados los restos del Apóstol Santiago.
Los españoles han estado pagando impuestos desde el siglo IX hasta el siglo XIX por una batalla que quizás no existió: La batalla de Clavijo (no está documentada ni confirmada),hasta que las Cortes de Cádiz lo abolieron.
Santiago el Mayor era hermano de San Juan Evangelista y fue discípulo de Jesucristo. Murió decapitado por Herodes en el año 42 y enterrado en Palestina. Nunca llegó a predicar en Hispania como se demuestra en los Evangelios y en los Hechos de los Apóstoles.
Cuando supe que Santiago el Mayor nunca estuviera en España, comencé a escarbar en la historia como si de un arqueólogo se tratara, fue entonces cuando descubrí a Prisciliano.
Prisciliano tenía inteligencia, don de gentes y de palabra y una gran cultura. Era originario de una familia de Iria de Flavia. Descendiente de los Celtas, defendía la libertad y el respeto, así como la conservación de los ritos antiguos, rendía culto a la naturaleza y fundó una escuela ascética donde se meditaba y se dejaba participar a las mujeres en las salas de lectura.
Los discípulos de Prisciliano vestían túnicas blancas y coleccionaban piedras sagradas antiguas extraídas de cuevas prehistóricas de Aquitania. Amantes de la noche, trabajaban a la luz de la luna para incrementar la luminaria del fuego como lo hacían los antiguos Celtas.
Prisciliano conoció al anacoreta egipcio Marcos de Menphis, que había llegado a Galicia predicando el cristianismo primitivo (el que predicaba Jesús, el hijo de Dios).A Prisciliano le gustan estas enseñanzas y pronto se convierte en su discípulo predicando un cristianismo agnóstico y Druídico.
De carácter libertario, se oponía a la creciente opulencia de la jerarquía eclesiástica y exigió que la iglesia volviera a unirse a los pobres. También rechazaba la unión de la iglesia con el Estado Imperial, la corrupción y la esclavitud. Defendía la enseñanza laica y decía que la mujer no era inferior al hombre, que tenía derecho a participar en la vida social.
Recomendaba la castidad pero si algún monje o clérigo se quería casar no se lo prohibía. Sus seguidores se contaban por miles y su fama traspasó las fronteras de España. Llegó a ser obispo de Ávila
.
Todo esto no gusta a la iglesia oficial y es entonces cuando lo acusan de hereje y da comienzo una persecución de anacoretas, ascetas, y todo lo que tuviera que ver con Prisciliano.
Prisciliano condujo a sus seguidores a su “céltica Galicia”, cuna del paganismo, pero ni en su mágica tierra se vio libre de sus enemigos.
Es entonces cuando decide ir a Roma a pedir ayuda al papa Dámaso, pero es acusado junto con Prócula de escándalo amoroso, de maniqueo, hermetista y de permitir que los cleros lleven el pelo largo, de excesos sexuales, de orgías y bailes en la liturgia.
Sometido a grandes torturas y condenado por los jueces eclesiásticos, fue la primera víctima de la Inquisición española. Murió en Treveris en el año 385. Del mismo modo que murió el apóstol Santiago el Mayor "decapitado".
Sus discípulos recuperaron el cuerpo descabezado de Prisciliano y fue llevado a hombros por sus seguidores a lo largo de la Galia y la Hispania, recorriendo el itinerario construido por los druidas, que con el tiempo se convertiría en la ruta jacobea.
El cuerpo de Prisciliano fue enterrado en su Galicia esotérica y mágica, en un lugar de culto procéltico, en un altanazo que parecía un gigantesco Menhir en “Iria de Flavia” que era la última etapa de la peregrinación de los druidas hacia el reino de Atlas.
La noticia de su ejecución corrió como el fuego griego y la tumba del mártir hereje se convirtió en lugar de peregrinaciones.
En el siglo VIII con
la invasión de los árabes, la guerra, las violaciones el hambre, el terror y la muerte, los
peregrinos no se atrevían a venir a Hispania y el sepulcro de Prisciliano queda
temporalmente abandonado.
Aprovechando la confusión de aquellos tiempos y sabiendo que los peregrinos suponían una buena fuente de ingresos para las arcas de la Iglesia y las del reino (que en ese tiempo estaban vacías), un ermitaño hace correr la voz de que en un bosque de Galicia en “Iria de Flavia” se observan unas extrañas luces.
El obispo Teodomiro habla con el rey Alfonso II “el casto” y le dice que guiado por esas luces encuentra un sepulcro que puede contener los restos del Apóstol Santiago. Después de escuchar al obispo, el Rey ordena que sean llevados y depositados a la catedral de Oviedo (la noticia se hace oficial con el papa León III).
El Rey Alfonso II " el casto"
sabedor de que llegaban peregrinos de todo el mundo a Galicia desde mucho antes
de que naciera Jesús, (estas peregrinaciones hacia Galicia, se explican en mi
historia " Galicia y las lágrimas de Atlas") quería conseguir que los peregrinos fuesen hacia
Asturias.
Si
lo conseguía podrían llenar las arcas del reino que estaban vacías por las
incansables guerras contra los moros, las luchas internas entre los reinos
cristianos, y por el enorme desembolso que supuso la construcción de la
catedral de Oviedo.
Cuando
se dan cuenta de su fracaso porque los peregrinos fieles a sus creencias siguen
llegando a Galicia recorriendo el itinerario construido por
los druidas deciden trasladar los restos de
Prisciliano a la catedral de la sede compostelana y así de paso captar a los
peregrinos convirtiéndolos al cristianismo
Tengo que reconocer que la figura del Apóstol Santiago, que de pacífico se convierte en guerrero montando un caballo blanco, supuso una inyección de fe para las tropas cristianas que necesitaban creer para seguir luchando al grito de “¡Santiago y cierra España!” en términos militares, que significa: ¡ataca, España! y ha sido el elemento necesario para unir los reinos cristianos contra los moros; comienza la Reconquista.
Desde entonces la
Catedral de Santiago recibe la visita de miles de peregrinos y Prisciliano
continúa recibiendo la adoración del mundo, aunque sea bajo un nombre falso: El
de Santiago.