Ni la muerte los separó
Me llamo Guadalupe Aguilera.
Las piedras que encuentro en mi camino, que dibujo y grabo, nos cuentan la historia
del mundo, mitos y leyendas.
.Espero que os guste.
Corría el año 2007, eran las ocho de la mañana y acababa de
levantarme, recuerdo que la temperatura había bajado por lo que decidí
abrigarme con una bata, até el cinto a mi cintura y me dirigí hacia la ventana,
a través del cristal mire al cielo y unos enormes nubarrones me decían que no
tardaría mucho en caer un buen chaparrón. Giré sobre mis talones y cogí del
revistero un periódico que había comprado unos días antes y que por falta de
tiempo no había podido leer.
Mientras se calentaba el café fui pasando las páginas del periódico hasta
que de pronto vi una fotografía que me impresionó, la noticia decía así: “Una
pareja de esqueletos humanos ha permanecido abrazada uno frente al otro con sus
brazos y piernas también superpuestas a manera de abrazo, desde hace 6.000
años".
La sepultura ha sido descubierta por un equipo de arqueólogos cerca de Mantova, en el norte de Italia. Elena Menotti que dirigió el equipo de excavación ha afirmado que expresan un sentimiento, una carga emotiva y una ternura de difícil interpretación, que los dos esqueletos corresponden a un hombre y una mujer muy jóvenes porque sus dientes estaban intactos y sin desgastar.
Los esqueletos serán recuperados (sin separarlos) y luego serán expuestos en el Museo Arqueológico Nacional de Mantova. Los descubridores los han bautizado con el nombre de “los amantes de Valardo”.
Recuerdo que faltaban pocos días para la celebración de San Valentín (el día de los enamorados) entonces quise buscar entre mis piedras la información sobre esta historia de amor, y una de ellas me contó que el filósofo Rousseau opinaba que el ser humano se junta con otros o busca pareja no por utilidad, sino porque sin el otro nos sentimos mutilados. Esto tiene una explicación y para ello tendremos que remontarnos a nuestros orígenes.
Según Platón en los primeros tiempos de la humanidad Dios creó a un ser a su imagen y semejanza; hombre y mujer formaban un solo ser, un solo cuerpo con dos sexos, y con una mente masculina y femenina por lo que su inteligencia, fuerza y vigor eran extraordinarios. Pero como también eran orgullosos quisieron prescindir de los dioses y se sublevaron.
Cuando perdieron la batalla los dioses deliberaron que hacer con los andróginos, pues este era el nombre que teníamos cuando formábamos un solo ser. Entonces Zeus dijo: “la obra es buena, es una pena aniquilarlos, propongo debilitar sus fuerzas y su mente para que no vuelva a ocurrir y no pretendan rozar lo divino, seccionaré en dos a cada uno de ellos”.
Cada uno de nosotros es pues la mitad complementaria del otro y desde entonces andamos por ahí como círculos incompletos como una “c” buscando nuestra mitad. Como dice el refrán: “Nuestra media naranja que nos permita cerrar el círculo para sentirnos completos”.
Esto es muy difícil de encontrar en medio de tantos miles y millares de personas. Podemos tener suerte y encontrar alguna pieza que se adapte y podemos ir funcionando, pero nuestra pieza original que es la que nos llena al 100% solo muy pocos humanos la han encontrado, y cuando esto ocurre los dioses nos hacen pagar un alto precio porque ese amor próximo a lo divino, desmesurado, absoluto y perfecto solo está reservado para los dioses.
Todos los grandes amores que encontraron su otra mitad han tenido un trágico final, se dice qué en algunas noches de luna llena, los ríos de Cornualles se desbordan aún con las lágrimas de Isolda. Todavía puede verse gravada, en los viejos muros del castillo de Bretaña, la imagen de Tristán muriendo en plena desesperación y la de Isolda derrumbándose sobre el cuerpo de su amado.
En Francia, el antiguo convento de Argenteuil resuena las suplicas de Heloísa llamando a la muerte a los pies del ataúd de Abelardo. Otras historias como los amantes de Teruel, Romeo y Julieta, y otra pareja que se encontró abrazada desde hace más de 2.000 años antes del nacimiento de Jesús en Santa Fe (Argentina) dan prueba de ello.
Cuando vi la fotografía y leí la noticia del descubrimiento de una sepultura con dos jóvenes abrazados que data del Neolítico en Mantua (Lombardía, norte de Italia) enseguida los identifiqué como los verdaderos protagonistas de la historia de amor de Romeo y Julieta, y aunque Shakespeare fue el responsable de inmortalizarla cuando la publicó en 1597, no fue su autor.
Esta historia de amor ya era conocida en Italia desde los tiempos de la edad de piedra. El primero en escribirla fue Matteo Bandello en 1485, lo hizo a modo de cuento y la tituló,” Los amantes de Verona”. Matteo Bandello conocía muy bien Verona, que es donde comienza la historia de Romeo y Julieta, luego vivió en Mantua y Lombardía (donde se encontró el sepulcro).
A Matteo Bandello le gustaba escribir y recopilaba en cuentos las historias de romances trágicos que se remontaban a la antigüedad. Aunque pertenecía a la orden dominica llevó una vida mundana, filo-francés en la batalla de Pavía en la que Lombardía pasó al emperador. Tuvo que huir de Italia y refugiarse en Francia después de que le quemaran su casa de Milán y le confiscaran todos sus bienes.
En Francia se codeó con personas de alta élite, el rey Enrique II lo protegió y le consiguió el obispado de la ciudad francesa de Agen. Es en Francia donde le presentan al conde Luigi Da Porto de Vicenza que se interesa por este cuento “los amantes de Verona” y se lo deja leer. El conde escribe una historia sobre este cuento y la publica en 1530 con el título de” Historia actualizada de dos nobles amantes”.
En 1563 el poeta inglés Arthur Booke toma elementos de ambas obras con el objeto de ampliar la historia y la lleva a Inglaterra. Cuando esta historia de amor llega a las manos de Shakespeare en 1595 este crea nuevos personajes como Mercurio y Paris y la titula “Romeo y Julieta”.
Shakespeare es acusado de plagio y no lo desmiente, lo confirma cuando se defiende con altivez:" He rescatado las ideas interesantes de unas obras bastante mediocres y las he mejorado”.
Y aquí se acaba la historia con un final feliz: El descubrimiento de la sepultura de Romeo y Julieta que demuestra que detrás de toda historia, de mitos y leyendas siempre se esconde una verdad.
Autora del Texto y Fotos:
Guadalupe Aguilera